Europeístas desilusionados

“Europeísta”: dícese de aquel partidario de la Unión Europea y simpatizante de la misma. De acuerdo con esta definición, son muchos los que nos consideramos ciudadanos de esta condición. Reconocemos que sin la U.E. nuestra nación no sería lo que es hoy, un país modélico que muchos otros países tienen en el punto de mira, con la ilusión de poder adherirse y progresar como ya nosotros lo hicimos hace 20 años.

Sin esta institución no hubiésemos avanzado, ni hubiésemos llegado a ser la potencia que hoy somos. Hemos pasado de ser un país requeridor de ayudas, a uno que las proporciona. Ahora podemos considerarnos un país rico que aporta ayudas económicas para que las rentas de los otros estados y naciones se equiparen, al igual que otros hicieron con nosotros (hoy por ti, mañana por mi). Croacia o Turquía son ejemplos de países que esperan inquietantes poder ingresar en la U.E., pero para ello deberán ir cumpliendo con algunas condiciones antes de que se dé el siguiente paso.

Sin duda la U.E. ha sido el empujón que España necesitaba. Se ha mejorado en cuanto a los mercados y cultura, nos hemos enriquecido (aunque lo del euro es otro cantar...), hemos aumentado en estabilidad y prosperidad y hemos ganado en cuanto a libertad de prensa se refiere. Además ahora podemos codearnos con algunas de las grandes potencias europeas. ¡Qué bien suena...! Pero no todo es tan maravilloso...

En la actualidad estamos viviendo un desapego hacia esta institución. Son muchos los que ya no creen en la U.E. La gente ya no se siente identificada con ese proyecto de la Europa unida por las múltiples decepciones que estamos obligados a vivir. Un ejemplo que repercute en España es el abandono que hemos sufrido en cuanto al tema de inmigración. Una crisis de la que Europa “ha pasado”, sin prestar ayuda. No hace mucho, unos pescadores españoles tuvieron que salvar a un grupo de inmigrantes que había naufragado en el Mediterráneo. Con toda la buena voluntad del mundo estos pescadores subieron a los exhaustos inmigrantes a su barco y... ¡sorpresa!. Quién iba a decir que la Unión Europea se quedaría al margen. Una semana entera los inmigrantes y la tripulación dentro del barco sin saber qué hacer en tierra de nadie. ¿No le interesa a Europa el control de las fronteras? En esos momentos España, simplemente, estaba huérfana

Conformar una Europa unida es un sueño del que todos formamos parte. Así que, a pesar de algún que otro chasco y sopesando la balanza, debo confesarme europeísta. Sí, hemos de estar agradecidos, pero aún se puede hacer más, y mejor.